Mundo Chess

Monday, July 25, 2005

4...Th3!!

Me decía Portnoy que después de leer el libro de Nabokov la película le parecía insoportable. Supongo que el libro debe ser muy bueno y espero algún dia poder leerlo. Sin embargo como en cuestión de gustos no hay nada escrito (sólo los blogs ;-)), yo me reafirmo en la calidad de la película. Me parece que la interpretación de John Turturro es magnífica, y hay fragmentos de los diálogos que me parecen brillantes. Recuerdo que hace ya unos cuantos años leí un libro de la escritora Katherine Neville; en aquel entonces era un bestseller que estaba arrasando en las librerías. Me estoy refiriendo al Ocho. Me habían dicho que tocaba el tema del ajedrez, y eso me decidió a comprarlo. Después de su lectura mi decepción fue enorme, aparte de que no me pareció gran cosa, lo que más me decepcionó es que se notaba que la Neville apenas debía saber mover las piezas. ¡En el libro no se notaba ese amor hacia el tablero de blancas y negras! Un ajedrecista acaba aprisionado por la obsesión del tablero de ajedrez. Eso creo que es lo que tan bien refleja la película de La defensa Luzhin. Copio un fragmento de uno de sus diálogos (lo encontré en inglés, así que la traducción tal vez no sea del todo fidedigna):

Natalia Katkov: -Sí. Aparte del ajedrez tienes otras… habilidades?
Alexander Luzhin: -No. Yo, eh… bailo un poco.
N: -¿Tú bailas?A: -Oh… sí.
N: -Um, así… Hubo una vida corta antes de ajedrez. Cerca de diez años y entonces el ajedrez se convirtió en toda tu vida... y así hasta ayer.
A: -Sí. Cuando nos encontramos. Así es. Eso es todo.
N: -Es sorprendente. No hemos hablado nunca.
A: -Sí.
N: -Contestas a cada pregunta con un sí o un no, y a mí no me has hecho ni una sola pregunta. ¿No tienes algo bonito que decirme? Quiero decir: si soy guapa... Um… No sé.. ¿Excitante?¿Ingeniosa?
A: -¡¡Sí!!
N: -¡No!¡No!¡No!
A. –Lo eres.
N: -Esta bien. Te lo agradezco. Me gusta esa parte tuya. Me siento… bien.

Friday, July 22, 2005

La defensa Luzhin

Ajedrez Defensa Luzhin Miren, yo antes de ser un gran lector fui un pequeño ajedrecista. No se confundan, nunca estuve federado ni cosas de estas, pero cuando terminaba la semana escolar, de vez en cuando me encerraba en mi casa algunos fines de semana y me ponía a leer libros de ajedrez. Aprendí oberturas, jugadas, engaños y triquiñuelas de lo más diversas. Mi juego siempre fue agresivo. Me gustaba conservar la dama y ofrecer algún tipo de gámbito, algo que me permitiese ganar las partidas rápidamente, y que por el contrario me hacía perderlas. Pero nunca me gustó el juego pasivo, y casi hasta llegué a odiar las defensas indias que se dedicaban a juegos meramente posicionales. Nunca tuve paciencia para el ajedrez. Luego todo fue cambiando, el juego del ajedrez se fue quedando en eso: en un juego, y a mí me comenzaron a apasionar otros temas. Supongo que pronto me di cuenta que ni tenía -ni tendría- capacidad para ser un buen jugador de ajedrez y que la vida que me esperaba en el ajedrez era sólo ganar a algún desconocido en algún bar de mala muerte.Pero el juego porque negarlo, me sigue apasionando, y tal vez una de las mejores películas que recuerdo haber visto es La defensa Luzhin de Marleen Gorris, con John Turturro en el papel del ajedrecista inadaptado Alexander Luzhin y la joven Emily Watson en el papel de Natalia Katkov.Debe ser por esa vena ajedrecística, que cuando la dieron el otro día por la tele la volví a ver –y ya es la tercera vez-. La película narra el ambiente de los torneos ajedrecísticos de los años 20 o 30, donde el joven Alexander Luzhin, obsesionado desde pequeño con el ajedrez, deberá superar la presión que le produce el torneo, a la vez que descubrirá por primera vez lo que es enamorarse. Unos toques de comedia y un final dramático y ya tenemos la receta de una película casi perfecta.La escena en que Luzhin comienza a perder confianza y Natalia le propone bailar mientras comienza a sonar la suite para orquesta de jazz nº 2 de Shostakovich es digna de ser recordada; las escenas de cama intercaladas con imágenes donde va ganando partidas de ajedrez, hasta culminar con el orgasmo del ajedrecista y un movimiento de una torre de un lado a otro del tablero, que le da la última partida de las fases clasificatorias.No sé hasta que punto refleja el libro en el que está basado, pero por supuesto hay que nombrar a Nabokov y su libro: La Defensa.


Ajedrez Defensa Luzhin


PD. Este post quedaría fuera del terreno de los infiernos sino fuera porque ha sido efectuado tras una limpieza de encías en el dentista. Si no saben de qué les estoy hablando, tienen suerte amigos. Esta vez la chica (siempre son chicas y siempre son guapas, creo que es una maniobra de distracción del odontólogo jefe) disfrutó haciéndome la sangría correspondiente, hasta el punto que una lágrima luchaba por salir del lagrimal. La situación llegó a tal extremo, (mi boca estaba amenazada en un continuo jaque) que no pude evitar casi un ataque de risa como contraataque al analizar racionalmente lo que allí estaba sucediendo, mientras las estrellitas se paseaban por mis ojos.

Wednesday, March 02, 2005

La dama ciega

Si les digo que el ogro de Bakú no pudo con el indio, muchos no sabrán de que les hablo; si les digo que el duelo se está celebrando en Linares, algunos comenzarán a situarse; si les digo que el pacto se firmo tras 44 movidas, la mayoría ya lo habrán acertado. Pero si les digo que el ogro de Bakú es el indiscutible número uno Gary Kasparov, y que el indio, es el eterno aspirante Viswanathan Anand entonces ya no tendrán excusas.
Sexta jornada del Torneo de Linares, y Anand y Kasparov firmaron las tablas.
¿Y por qué contaré yo esto? Es sencillo, el ajedrez es un libro escrito a cada movimiento.
Coloco abajo el conocido poema de Borges, que aunque citado miles de veces, nunca está de más leerlo de nuevo. La imagen pertenece al artista ecuatoriano Carlos Monsalve.


AJEDREZ
I
En su grave rincón, los jugadores
rigen las lentas piezas. El tablero
los demora hasta el alba en su severo
ámbito en que se odian dos colores.
Adentro irradian mágicos rigores
las formas: torre homérica, ligero
caballo, armada reina, rey postrero,
oblicuo alfil y peones agresores.
Cuando los jugadores se hayan ido,
cuando el tiempo los haya consumido,
ciertamente no habrá cesado el rito.
En el Oriente se encendió esta guerra
cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra.
Como el otro, este juego es infinito.

II
Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
reina, torre directa y peón ladino
sobre lo negro y blanco del camino
buscan y libran su batalla armada.
No saben que la mano señalada
del jugador gobierna su destino,
no saben que un rigor adamantino
sujeta su albedrío y su jornada.
También el jugador es prisionero
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y blancos días.
Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonías?

Jorge Luis Borges, 1960
El hacedor
Ajedrez Carlos Monsalve